Con la llegada del Covid-19 y su respectiva pandemia, se ha visto un incremento importante del uso de las tecnologías, en gran parte debido a la necesidad de teletrabajar. Este cambio en el modelo laboral y relacional supone un obstáculo extra para los grupos vulnerables, y más concretamente para las mujeres y la población migrante.
Se entiende por brecha digital de género la diferencia entre las tasas masculina y femenina dentro de la variable digital, que destaca las desigualdades existentes dentro del mundo tecnológico. La escasa presencia de las mujeres en el ámbito tecnológico está promovido por estereotipos de género, los cuales acaban normalizando y perpetuando la brecha existente.
Más de la mitad de las mujeres no se sienten capacitadas para competir dentro del mercado laboral automatizado y tecnológico. Ante estos datos, que revelan un patrón de desconfianza de sus propias habilidades, podemos hablar del Síndrome del impostor, donde las mujeres son un 18% más propensas de padecerlo que los hombres. Este síndrome no es más que la consecuencia de las estructuras de poder en las que se ven inmersas las mujeres, que las animan a desmerecer sus propios méritos y mantenerse modestas y humildes. Además de este factor, se suma el gran número de mujeres que se sienten inseguras cuando navegan por internet, debido a la cantidad de ciberacoso y sexismo que sufren. Muchas de ellas, como consecuencia, limitan o incluso abandonan el uso de las redes sociales.
Esta desigualdad no puede dejar de mirarse desde un enfoque interseccional, ya que se ha de tener en cuenta que un mismo espacio es vivido de formas distintas según las condiciones de cada persona. Estas características, como ser mujer, de edad avanzada, de clase social baja, migrante, dentro del colectivo LGTBIQ+, etc., suponen una mayor vulnerabilidad y dificultad para poder acceder y permanecer en el terreno digital.
Esta situación de desventaja se ha visto agravada por la Covid-19, que ha acrecentado la fragilidad, inseguridad y precariedad de los colectivos vulnerables, destacando la situación aún más insegura para las personas desplazadas, ya que disponen de una red social más débil y menores competencias digitales necesarias para su inclusión social y laboral.
El aumento de las actitudes racistas y xenófobas se suma a la estructura patriarcal, machista y misógina, que lleva a que esta nueva realidad digital suponga un obstáculo más para los procesos de emancipación y de inclusión social de las mujeres desplazadas en nuestro país. Es por ello que es preciso recalcar la necesidad que tienen las mujeres desplazadas de adquirir competencias digitales.
Además de resultar imprescindible el uso de las nuevas tecnologías para el proceso de inclusión de las mujeres desplazadas, también se ha de tener en cuenta la importancia añadida de éstas para mantener el contacto con su país de origen, para poder acompañar a sus hijos e hijas en su proceso migratorio, y para su propio desarrollo personal y social.
Todo el contexto que rodea la experiencia migratoria de las mujeres conlleva una serie de consecuencias de gran importancia, de las cuales destacamos: las barreras de acceso al mundo laboral, que conducen a una situación económica más precaria, la dificultad de inclusión social y sus efectos a nivel de salud mental.
Desde Refugees Welcome España creemos que es necesario no insistir únicamente en la falta de acceso al mundo digital con la que se encuentran las mujeres desplazadas, sino también en las posibilidades de inclusión existentes y en seguir trabajando para terminar con la brecha digital de género. Es por ello que consideramos importante hacer un esfuerzo para llegar a una transformación social con perspectiva de género, además de complementarlo a través de proyectos formativos para ofrecer mejoras en las habilidades digitales para las mujeres desplazadas. Consideramos que las redes sociales y el activismo pueden ser precisamente una herramienta valiosa para difundir y visibilizar la realidad de la gran brecha digital de género que existe.